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La casa de los horrores o La Escuela que no educó

18 Dic

Escuela Superior de Mecánica de la Armada: La casa de los horrores

Hace pocos días que comenzó en Buenos Aires el juicio por lo que sucedió en la Escuela de Mecánica de la Armada durante la dictadura argentina entre 1976 y 1983. La Escuela que debía formar al personal subalterno de la Armada argentina sirvió como «cámara de los horrores» donde se torturó y se hizo desaparecer a miles de personas. Este juicio no es más que una especie de reedición del que ya tuvo lugar en 1985 y que, gracias a las leyes de Obediencia debida y de Punto final, quedó paralizado dejando impunes a todos los acusados.

Para la justicia argentina, que, salvo a Emilio Massera, nunca pudo condenar a nadie que haya pertenecido a la Armada, reviste mucha importancia poder enjuiciar a miembros de la Marina que han guardado silencio y que no han dejado filtrar información sobre lo ocurrido en la ESMA. Massera, el ex dictador, fue juzgado en ausencia en Italia, acusado del secuestro, desaparición y asesinato de tres ciudadanos italianos. Los tres fueron secuestrados entre 1976 y 1977 y estuvieron ilegalmente detenidos en la Escuela de Mecánica de la Armada, entonces bajo la dependencia de Massera. Sólo después de la anulación de las leyes de Punto Final, el militar pudo comparecer y ser juzgado en Argentina. Con tal fin, la Cámara Nacional de Casación confirmó la inconstitucionalidad del indulto que le había otorgado el Gobierno de Carlos Menem.

Emilio Massera

El "Ángel rubio": Alfedo Astiz

Entre los acusados figura Alfredo Astiz, conocido también como el Ángel rubio (por cierto, el mismo sobrenombre por el que era conocido el doctor Mengele), señalado por la muerte de Rodolfo Walsh y de las monjas francesas Leónie Duquet y Alice Domon. Astiz está acusado también de las torutras y desaparición de varios cientos de personas. Astiz fue quien se infiltró entre las Madres de Plaza de Mayo, haciéndose pasar por el hermano de un desaparecido, para dar un beso de Judas a su líder, Azucena de Villaflor, y a otras dos de sus fundadoras, Esther Ballestrino y María Ponce. Las tres fueron secuestradas pocas horas después y asesinadas. También secuestró a las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet, que fueron arrojadas al mar desde un avión militar, por lo que fue condenado en París en rebeldía. En la guerra de las Malvinas, en cambio, tras bravatas inútiles, se rindió ante los británicos sin disparar ni un solo tiro.

El cadáver de Rodolfo Walsh, uno de los grandes escritores argentinos de la segunda mitad de siglo, fue visto en la ESMA, pero jamás fue entregado a su familia.

La tentación autoritaria siempre parece rondar al poder, las «medidas especiales» para acabar con las amenazas reales o fingidas siempre son una tentación para los gobiernos (podemos recordar el GAL para el caso de España, o Guantánamo y Abu Grahib, en el caso de EE.UU.), ninguo escapa a esa tentación, ni siquiera los más democráticos, pero son las dictaduras las que con frcuencia ceden a la tentación, este fue el caso de Argentina y esa casa de los horrores que fue la ESMA.

Pd.: recordad este artículo, ya publicado en el blog, sobre la tortura

Incógnitos torturadores futuros