Arrakis era ese mundo que Frank Herbert también denominaba Dune en su novela homónima. Un mundo seco («Ni una sola gota de agua sobre la superficie de Arrakis«), desértico, habitado sólo por los fremen, es un mundo que ha sobrevivido sin la base de la vida, sin agua, siendo esta hasta la moneda de cambio del planeta. Sin embargo, también es un planeta que posee en sus extensos arenales una substancia que de la que nadie sabe su origen, y que es fundamental para la vida conocida en el imperio: la melange o especia… La saga Dune de Frank Herbert ha sido, junto con algunas obras de Arthur C. Clarke y Philip K. Dick, parte fundamental de mi adolescencia y primeros años de juventud. Y hoy, un artículo en el diario El País, ha hecho que recuerde esta obra y no sólo por su contenido, sino también porque el propio autor del artículo cierra el mismo con una alusión a Dune.
Hace algunos meses publiqué un post acerca del acaparamiento de tierras en todo el mundo: el planeta cada vez tiene menos dueños y esto es peligroso, pero este peligro se hace aun mayor cuando uno lee que también el agua está siendo acaparada por grandes multinacionales, fondos de inversión y gobiernos extranjeros. El nuevo campo de batalla (¿alguna vez ha estado en otro lugar?) es el continente africano, los recursos hídricos de esa tierra están siendo acaparados por esos grupos de poder y presión a los que he aludido y su población está viendo cómo se le sustrae un recurso vital para su desarrollo.
«La presión sobre los países es enorme, y tres de los principales territorios de la cuenca del Nilo (Etiopía, Sudán y Sudán del Sur) ya han cedido vastas extensiones de tierra. En Sudán y Sudán del Sur se han entregado 4,9 millones de hectáreas (una superficie superior a la de los Países Bajos) desde 2006 a firmas extranjeras. En Gambela (Etiopía), en la frontera con Sudán del Sur, multinacionales como Karuturi Global (India) o Saudi Star (Arabia Saudí), capitaneadas por los multimillonarios Ramakrisha Karuturi y Sheikh Al-Amoudi, están construyendo canales de riego para extraer agua del Nilo desde Etiopía» (fuente El País)
La presión aumenta y las multinacionales se hacen con los recursos que más necesitan los africanos: agua y alimentos. Arabia Saudí tiene dinero y no tiene agua y China tiene una inmensa población que alimentar. Las paradojas aparecen en situaciones como la descrita en el artículo, hasta el extremo de que Etiopía se haya convertido en exportador de alimentos siendo como es un país en el que su población pasa hambre.
Recomiendo leer con detenimiento este artículo y también investigar los datos que aporta el portal Land Matrix, y enterarnos de cuánta tierra, dónde y por quién está siendo acaparada en el mundo. Dejemos de vivir sordos y ciegos en un mundo que cada vez nos es más ajeno. Y, si sobra algo de tiempo, ¿por qué no leer Dune también?